lunes, 18 de junio de 2012

Mejorando la retención del agua

Esta tarea idealmente deberíamos haberla hecho hace ya algún tiempo, bien antes de plantar los árboles o poco después, pero más vale tarde que nunca.

La zona donde estamos desarrollando el bosquete comestible, además de ser una de las partes del terreno en las que el suelo se encuentra más compactado y con menos materia orgánica, cuenta con un ligero pendiente, lo cual facilita que el agua de lluvia escurra con demasiada facilidad. Con estos primeros calores del verano que se acerca, los árboles se resienten de la falta de agua retenida en el suelo y éste, además, se encuentra muy endurecido.

La solución que hemos adoptado para ello, es la excavación de pequeñas zanjas de infiltración (mini-swales) aguas arriba de cada árbol, de tal modo que las aguas de escorrentía se retienen ahí y van infiltrándose poco a poco en el suelo. Al fin y al cabo, se trata de aplicar la máxima de la permacultura en cuanto a la gestión del agua: slow it, spread it, sink it (traducible como ralentizar, esparcir, empapar).

La mecánica del funcionamiento de este sistema se encuentra muy bien explicada en este video sobre los trabajos de Jeoff Lawton en Jordania:



Primeramente, limpiamos de alfalfa y hierbas la parte a excavar y alrededor del árbol en cuestión, y lo que retiramos, se incorpora como acolchado alrededor del árbol.



Seguidamente, dado que el suelo está muy endurecido, toca ablandarlo a golpe de pico, para poder excavar la zanja con más facilidad.


Damos una ligera curvatura a la zanja para que la mayor parte del agua capturada fluya hacia el árbol. La tierra retirada la colocamos, aguas abajo del árbol, en paralelo a la zanja, de este modo, cuando caiga la hoja, se acumulará ahí, ayudando a la formación de suelo.


Finalmente, colocamos en el interior de la zanja, algo de materia orgánica (paja en este caso, pero tambien valdría restos de alfalfa seca, estiércol, hojas o lo que haya más a mano) para que absorva el agua y reduzca la evaporación.


Esperamos que con la lluvia que está cayendo en estos momentos, empiece a notarse su efecto.

viernes, 8 de junio de 2012

Preparando bancales permanentes

Una de las finalidades más importantes del diseño en Permacultura, es minimizar el trabajo que un sistema necesita para poder funcionar. Para el cultivo de hortalizas de ciclo anual, éste, idealmente debería reducirse a sembrar y sobretodo, a cosechar. Para ello, se han ideado muchos métodos, buscando favorecer la regeneración natural del suelo, para producir hortalizas sanas y requerir el mínimo de cuidados. Prácticamente todos los métodos se basan de una forma u otra en construir bancales permanentes, que tendrán diferentes tamaños o formas en función de las necesidades y de las características climáticas y edafológicas de cada lugar.

La característica principal de todos los tipos de bancales permanentes es que se preparan una sola vez y luego ya no requieren labrar ni remover la tierra. Mediante el acolchado, la adecuada aplicación de compost o estiércol, el empleo de animales u otras técnicas, el suelo del bancal se mantiene fresco y mullido, aumentando su fertilidad de año en año.

Para nuestros bancales, nos hemos basado en el método de Parades en Crestall de Gaspar Caballero, adaptándolo a nuestra situación particular. Este método se adapta estupendamente a climas secos o con una estación seca muy marcada, puesto que minimiza las necesidades de riego y supone un importante ahorro de agua.

El primer paso, fue segar las hierbas y la alfalfa que rebrotó, para seguidamente, marcar con estacas y cordel el contorno del bancal:


Seguidamente, hay que cavar toda la superfície para arrancar de raíz todas las hierbas posibles. Un trabajo bastante duro teniendo en cuenta la profundidad que alcanzan las raíces de la alfalfa y la cantidad de carrizo que crece en esta parte y para lo que habría sido muy útil contar con algún sistema de tractor de gallinas, pero como no ha sido el caso, toca sudar un poco...


Después hay que rastrillar toda la superfície para acabar de retirar las piedras grandes y las hierbas, que echamos a un lado y dejar allanada la superficie del bancal.

En este punto, lo habitual es esparcir una buena capa de estiércol o compost, pero como la alfalfa enriquece el suelo en nitrógeno, no ha sido necesario. En aquellas especies que tienen unos requerimientos de nutrientes más elevados, como los tomates o los pimientos, se lo aplicamos de forma localizada cuando es necesario.

Y ya solo queda cubrir el bancal con una buena capa de acolchado, en nuestro caso hemos empleado paja vieja, pero se pueden utilizar muchas otras cosas: papel y cartón, serrín o virutas de madera, corteza, mantas viejas de lana o algodón...


Por encima del acolchado, echamos las hierbas que habíamos retirado (siempre que no estén sacando semillas) para que sujeten la paja y acaben incorporándose al suelo.

Y ya tenemos los bancales terminados y listos para colocar el riego y plantar: