La zona donde estamos desarrollando el bosquete comestible, además de ser una de las partes del terreno en las que el suelo se encuentra más compactado y con menos materia orgánica, cuenta con un ligero pendiente, lo cual facilita que el agua de lluvia escurra con demasiada facilidad. Con estos primeros calores del verano que se acerca, los árboles se resienten de la falta de agua retenida en el suelo y éste, además, se encuentra muy endurecido.
La solución que hemos adoptado para ello, es la excavación de pequeñas zanjas de infiltración (mini-swales) aguas arriba de cada árbol, de tal modo que las aguas de escorrentía se retienen ahí y van infiltrándose poco a poco en el suelo. Al fin y al cabo, se trata de aplicar la máxima de la permacultura en cuanto a la gestión del agua: slow it, spread it, sink it (traducible como ralentizar, esparcir, empapar).
La mecánica del funcionamiento de este sistema se encuentra muy bien explicada en este video sobre los trabajos de Jeoff Lawton en Jordania:
Primeramente, limpiamos de alfalfa y hierbas la parte a excavar y alrededor del árbol en cuestión, y lo que retiramos, se incorpora como acolchado alrededor del árbol.
Seguidamente, dado que el suelo está muy endurecido, toca ablandarlo a golpe de pico, para poder excavar la zanja con más facilidad.
Damos una ligera curvatura a la zanja para que la mayor parte del agua capturada fluya hacia el árbol. La tierra retirada la colocamos, aguas abajo del árbol, en paralelo a la zanja, de este modo, cuando caiga la hoja, se acumulará ahí, ayudando a la formación de suelo.
Finalmente, colocamos en el interior de la zanja, algo de materia orgánica (paja en este caso, pero tambien valdría restos de alfalfa seca, estiércol, hojas o lo que haya más a mano) para que absorva el agua y reduzca la evaporación.
Esperamos que con la lluvia que está cayendo en estos momentos, empiece a notarse su efecto.