Así pues, en esta entrada vamos a recopilar lo más destacado de estos últimos meses, por orden más o menos cronológico, por lo cual habrá algunas cosas que parece que poco tienen que ver entre ellas.
Empezamos por una muestra de uno de los sistemas de conservar frutos más low-tech y low-cost que se pueden practicar en nuestras latitudes, para mantener por bastante tiempo algo de la abundancia de los meses de verano y otoño, el secado al sol.
En el caso
de los tomates, es conveniente utilizar variedades que sean muy carnosas
y que a la vez contengan poco líquido. Estos tomates pera, que son perfectos para este propósito, fueron un
regalo de nuestro vecino Juan.
El método es bien sencillo, basta con partir los tomates por la mitad a lo largo dejando un trozo de piel que aguante las dos mitades y ponerlos sobre una rejilla en un lugar bien soleado, con la pulpa expuesta (si hay muchas moscas, es aconsejable poner encima una malla o tela mosquitera, para evitar que pongan huevos o que dejen sus deyecciones). Seguidamente se echa un pellizco de sal encima de la pulpa para que facilite la expulsión de parte del agua y actúe como conservante.
Aquí podeis ver parte del resultado final:
Siguiendo con el repaso, como decíamos al principio, durante otoño volvieron las lluvias, mostrando la cara más brutal del clima. En muchas zonas de Aragón y de toda Ibéria desbordaron ríos llevándose por delante cuanto encontraron en su camino. Nuestra comarca no fue una excepción con algunas crecidas verdaderamente espectaculares. El río que linda con nuestro terreno, también desbordó y nos dió un buen susto, llevándose por delante los montones de troncos inoculados que teníamos incubando. Afortunadamente se quedaron dentro de la chopera, no hubo que ir a buscarlos río abajo, lo que habría hecho materialmente imposible recuperarlos.
Aquí teneis algunas fotos de como quedó la chopera después de la grave crecida. Están algo movidas, fué difícil mantener el pulso firme entre los nervios y la preocupación por la posibilidad de haber perdido tanto trabajo.
Los troncos afortunadamente quedaron retenidos por los árboles. |
El río, volviendo a su cauce normal. |
Una observación que hemos podido hacer, es que la nieve cuaja antes y aguanta mucho más tiempo en el suelo desnudo que si está cubierto con vegetación. En las dos últimas fotos se aprecia un poco la diferencia, un mayor grueso de nieve en nuestro campo de arriba y en el del otro lado de la carretera, que están con el suelo desnudo (el de arriba por estar recién sembrado, el nuestro por el paso de ovejas) y el de abajo, que aun presenta una buena cobertura de alfalfa . Que cada cual saque sus propias conclusiones.
Lo suave que está siendo el invierno en cuanto a temperaturas y lo generoso en cuanto a precipitaciones, están facilitándonos las cosas en el cultivo de las setas, puesto que no ha hecho falta regarlas en ningún momento y el micelio va creciendo a sus anchas en la mayoría de puntos de inoculación que hemos ido comprobando.
Micelio creciendo a sus anchas en distintos puntos de inoculación. |
Punto de inoculación en el que, aparentemente, ha muerto el micelio. |
Y para terminar, una alegría que nos hemos llevado precisamente hoy, pues están saliendo las habas que sembramos a finales del año pasado. La alegría ha venido porqué pusimos demasiado grueso de acolchado y pensábamos que tal vez habrían quedado ahogadas bajo el peso de la paja.
Hasta la próxima!
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